Con este ensayo concluimos que la auditoría fiscal
constituye una herramienta de control y supervisión que contribuye a la
creación de una cultura de la disciplina de la organización y permite descubrir
fallas en las estructuras o vulnerabilidades existentes en la organización.
Otro elemento de interés es que durante la realización de su
trabajo, los auditores se encuentran cotidianamente con nuevas tecnologías de
avanzada en las entidades, por lo que requieren de la incorporación sistemática
de herramientas con iguales requerimientos técnicos, así como de conocimientos
cada vez más profundos de las técnicas informáticas más extendidas en el
control de la gestión.
La auditoría financiera cuenta con un objetivo que engloba
de alguna forma al de la inspección fiscal, pues el auditor, para opinar sobre
la razonabilidad de las cuentas anuales, deberá determinar si la entidad ha
declarado sus impuestos correctamente aunque este no sea su objetivo. El
inspector tiene por objetivo precisamente este último, aunque también, en
ocasiones, deba determinar si la contabilidad es razonable, pero no con el fin
de emitir una opinión sobre tal contabilidad, sino sobre la corrección de las
bases y cuotas que corresponden a cada sujeto pasivo investigado. Quien realice
la auditoría debe ser un ente ajeno a la empresa, de esta manera se evitan
vínculos que puedan verse reflejados en una opinión positiva o parcialización a
través de la empresa sin que la misma lo merezca. También es necesario
mencionar que si la auditoría está hecha por una firma con una amplia y
reconocida trayectoria esta otorgara una mayor credibilidad y confianza a las
personas interesadas. El auditor financiero o externo es un profesional
independiente de la entidad que audita; esto significa que no puede tener intereses
de ningún tipo en la entidad auditada, aunque sus honorarios son satisfechos
por dicha entidad.
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